Viernes 9 de Noviembre, 6 p.m.
Gimnasio Moderno (Cra. 9 No 74 – 99).
Biblioteca Los Fundadores, Bogotá
Entrada libre.
Como cierre del Festival de Literatura leerán los poetas: Raquel Abend Van Dalen (Venezuela), Adalber Salas Hernández (Venezuela), Tallulah Flores (Colombia), Raúl Pérez (Ecuador) y Antonio Correa Losada (Ecuador), en la Biblioteca Los Fundadores del Gimnasio Moderno.
A continuación una breve muestra de los 5 autores participantes:
De Raquel Abend Van Dalen
Bestia
Las mujeres finas
comunes correctas
esperan
a que el monstruo
se humanice
se vuelva hombre
amante
abridor de puertas
calentador de camas
ellas piensan
que él no volverá a desaparecer
a mitad de la noche
confían en que él se volverá menos peludo
que se cortará las uñas y afeitará la barba
pero yo no
yo quiero que el hombre sea monstruoso
que muestre sus colmillos y sus garras
que se arranque la ropa
y muestre su espalda peluda
yo quiero que sean defectuosos
que griten y escupan
que sean animales concretos
que me hagan ver más femenina
correcta común
mujer.
De Adalber Salas Hernández
Vengo
a desmigajar entre los labios
un mismo versículo de sal
a sentir cómo mi garganta se puebla
con estos pájaros de nunca
porque a través de esta blancura
transita un solo verbo insepulto
un solo cansancio encandilado
aquí ya no puedo más
y me doblo
y me quiebro
en la espera de esa otra transparencia
De Antonio Correa Losada
OSCURO RITUAL
El sueño avanza
golpeado entre delirios
y el poema
su ala perdida e inasible
Insectos gritan
y ondulan las hojas ebrias de mayo
Hombres gordos como ganado
cargan en sus espaldas
la palabra emboscada
Incisiones profundas
oquedades
tumbas envueltas por el verdor
la niebla
ramos enrojecidos ramos marchitos
lleva y trae la muerte en su gran borrachera
De Raúl Pérez Torres
QUITO 1993
En mi cabeza ladran
Los perros de la noche,
Los perros del vacío
Que rezan a una luna desalmada:
moneda blanca,
esquiva,
inalcanzable.
Afuera
parece que la ciudad llorara,
que se estuviera lavando de sus culpas,
sacándose vergonzosa, sus medias desolladas
Los perros de la noche,
Los perros del vacío
Que rezan a una luna desalmada:
moneda blanca,
esquiva,
inalcanzable.
Afuera
parece que la ciudad llorara,
que se estuviera lavando de sus culpas,
sacándose vergonzosa, sus medias desolladas
Las calles,
venas azules de un cadáver vacío,
–viento sin voz—
venas azules de un cadáver vacío,
–viento sin voz—
El miedo cruza la calle
como un duende demente de hace siglos.
como un duende demente de hace siglos.
Mientras adentro,
en el cuarto de adentro
tu duermes y respiras junto a mí
con el oleaje espumoso de un mar quieto.
en el cuarto de adentro
tu duermes y respiras junto a mí
con el oleaje espumoso de un mar quieto.
Ensamblo entonces,
mi cuerpo atormentado, tembloroso,
a ese mar de tu carne adormecida
y me voy yendo sin querer a la inocencia...
mi cuerpo atormentado, tembloroso,
a ese mar de tu carne adormecida
y me voy yendo sin querer a la inocencia...
De Tallulah Flores
WILLIAM BLAKE
Estoy bajo tu árbol pero no soy inocente.
Soy la mujer de las mujeres que levantó sospechas
sin venerar a Dios y supo de sus trampas
robando tus palabras por tu llama muerte
salí cada mañana para ser la de siempre
envuelta en una nube
sin venerar a Dios y supo de sus trampas
robando tus palabras por tu llama muerte
salí cada mañana para ser la de siempre
envuelta en una nube
Si tú me reconoces te entregaré las mías
serás el mensajero de los hombres sin ojos
tan mudos e infelices que aprovechan la noche
segados por los bordes como si fueran Tiriel
serás el mensajero de los hombres sin ojos
tan mudos e infelices que aprovechan la noche
segados por los bordes como si fueran Tiriel
El hombre de la espada como guardián prudente
que reinventó los mitos llorando el dulce sueño
que reinventó los mitos llorando el dulce sueño
Para poder vivir en el lugar de siempre
para poder morir estoy bajo tu árbol
sin pronunciar sentencias que yo sé de las guerras
de tanto contemplar la afrenta y la prudencia
las horas que nos miden el énfasis del gesto
la angustia de los hombres que es la misma de Dios
el júbilo que engendra toda clase de injurias
los ángeles que arrojan señales del imperio
con sus curiosas manos como si fueran ciertas.
para poder morir estoy bajo tu árbol
sin pronunciar sentencias que yo sé de las guerras
de tanto contemplar la afrenta y la prudencia
las horas que nos miden el énfasis del gesto
la angustia de los hombres que es la misma de Dios
el júbilo que engendra toda clase de injurias
los ángeles que arrojan señales del imperio
con sus curiosas manos como si fueran ciertas.
Si tú me reconoces me buscarás a tientas
que estoy bajo tu árbol para saber morir.
que estoy bajo tu árbol para saber morir.