Socarrás o un punto-de-giro


Por Juan Carlos Arboleda

H. Socarrás, Cartagena 2012

Qué buena esa “cámara-lenta” que hace visible a Hernando Socarrás, poeta colombiano, que es, para decirlo dramáticamente, grotovskianamente, un "punto-de-giro" en la poesía. Su estilo corto, concentrado, de una palabra o frases luminosas “en primer plano”, de sensaciones o percepciones que se nos escapan, es como un budismo zen que señala al vacío, al blanco de la inmensidad de la página frente a la brevedad del texto y sus sugerencias de piel, mar, sal y por supuesto, la eterna mujer. Es toda una danza del instante, la profundidad de lo efímero. “No hay discurso, hay decurso”. El silencio presente de Hernando Socarrás es promesa de tormenta futura. Es un intempestivo. Este no fue su tiempo, ni su sociedad, ni su contexto a pesar de lo mucho que él los amaba (¿o ama?). Imposible no citar unos poemas (¿frases, palabras, imágenes, enunciados?) de tres de sus libros primigenios que nacieron en su famosa taberna tertuliadero “El Tupi-Soca”, en donde fue el Café-Libro de la Calle 82, abajo de la carrera 11 en Bogotá. En dicho tertuliadero, “bohemio-nihilista”, fue en donde nos presentamos con el grupo “Tiempo-Recuperado”, con Giovanni Giacometi, el flautista mágico, con Oscar Saenz, el conguero, con Radamés Gámez el violinista "dionisíaco" y conmigo a la guitarra, cantando poemas de León de Greiff y Porfirio Barba Jacob. “Me he vuelto a reunir con la muchacha que se sumerge en mi respiración y me persigue; con la piel, comete el vicio íntimo de la ternura”. Poema que musicalicé (musiqué) y lo con-vertí en canción. “Se detuvo frente al cincel. Brindó su sombra hundiendo los suaves golpes de la estatua. Como tejiendo piedra fue amontonando su figura”. “Entre la sombra del vivir, y la del rayo, se oculta y complica la imagen de la boca”. “En el brillo distante del cristal, la piel del vaso ha ido desprendiendo, labios”. Todos éstos poemas son de una publicación editada bajo el título de Piel imagina. También tenemos y es imposible no citar: “Me inquieta, tanta felicidad temible, el deslumbramiento de su inválido azul”; o “Perros de presa, trampas, fieras preciosas”, de su publicación Que la tierra te sea leve. Igualmente… “Nos inquietan las hojas que ha de quemar... El verano...” 
Aclaro que por razones de espacio, la forma necesaria de distribución del poema en la página, relación esencial hablando de Socarrás, no ha sido transcrita. Con todo, la belleza de esos poemas es impactante. Hay otro detalle del amigo Socarrás. Su predilección por el blanco. Publicaciones blancas, portadas blancas, páginas blancas, vestidos blancos, él iba siempre, todo, de blanco.¿El blanco, la pureza del vacío o del silencio en la luz que todo lo ilumina? ¿Voluntad de inocencia? Hubo un "punto-de-giro" en su obra en donde pasa de la "inocencia sensual" (Piel imagina), a la "consciencia desgraciada" (Que la tierra te sea leve). Pero su estilo, corto, sorprendente, "hechizo" (de magia), no lo cambiaría. Hay un epígrafe de Paul Eluard, en Piel imagina, que visualiza el trabajo de Socarrás: “Los poemas tienen siempre grandes márgenes en blanco, grandes márgenes de silencio en que la memoria ardiente se consume para recrear un delirio sin pasado”.